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viernes, 28 de septiembre de 2007

Nam - Capítulo 2

CAPITULO 2

En aquel tiempo, mi padre poseía una hermosa granja, cercana a la gran bahía de Peconic, herencia de mí abuelo. Y en ella nos dedicábamos enteramente a la cría y venta de patos Pekín, una especie de pato originaria de China, que se cree fue introducida en los Estados Unidos por el capitán Clipper allá en el año 1873; y por cuya cría para el consumo se conoce actualmente a Long Island como el mayor y mejor criadero de estas aves del continente americano.

En la granja aprendí, cuando aún era un niño, todo lo que un hombre debe saber en la vida, como decía mi padre, ya que nunca pude asistir a la escuela. Lo que no ocurrió con el pequeño Calmon, quien si pudo recibir una buena educación y pagar sus estudios, gracias al sacrificio de los míos. Tal vez por eso mis sentimientos hacia él eran siempre antagónicos e indiferentes. Además nos llevábamos siete años de diferencia, lo que hacía más difícil comunicarnos, y aunque mi hermano siempre trató de acercarse a mí, yo siempre encontraba una excusa para alejarme de él, tal vez pensando que debido a su elocuencia y cultura, no podría yo mantener una conversación con mi hermano menor, sin hacer obvia mi ignorancia.



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Mi infancia no pasó de ser más extraordinaria que la de cualquier otro chico, de hecho ahora sólo tengo muy vagos recuerdos de esa época en que todo eran risas y juegos con los niños de las granjas vecinas. La etapa que realmente determinó mi vida fue la adolescencia, donde finalmente me di cuenta de lo que realmente quería hacer en el futuro.

En aquel entonces contaba con 17 años recién cumplidos, y era yo el que realmente mantenía a la familia, pues gracias a mi trabajo de turno completo en la granja, ésta comenzó a producir verdaderas ganancias, pues mi padre era un completo desastre como administrador, lo que me obligó a tomar las riendas del negocio y poco a poco la fui sacando adelante. Fueron muchos meses y luego años de duro trabajo de sol a sol, pero también fueron días de reflexión sobre mí y mi futuro, pues no esperaba ser un granjero de patos para toda la vida.

Recuerdo que muchas veces cuando terminaba la labor del día, caminaba hasta la costa y me sentaba a contemplar el atardecer bajo un gran manzano sembrado por mi tatarabuelo hacía ya más de un siglo. Era entonces observando el anaranjado crepúsculo y sintiendo la suave brisa marina acariciar mi rostro, que cerraba los ojos y me transportaba a mi privado mundo de fantasías. Volvía a soñar, como cuando era niño, y me volvía a ver a mi mismo luchando en encarnizados combates contra enemigos imaginarios. Nunca me percataba de cuanto tiempo pasaba allí, hasta que sentía a miles de ojos fulgurantes observándome desde lo alto del oscuro cielo. Era entonces cuando me levantaba, todavía entumecido por el largo tiempo sentado y me dirigía hacia la casa, sintiendo el hambre y él cansancio producto del trabajo de otro día.

No fue sino hasta 1966, año en que cumplí los 23 de edad, que comencé a pensar seriamente en ingresar en la infantería aerotransportada. Ya en ese tiempo se sabía en todo el mundo que a los americanos no les sería tan fácil como pensaron sacar a los Viet Congs de Vietnam, pues la guerra se había extendido más de la cuenta y el flujo de tropas norteamericanas hacia el Sudeste Asiático se incrementaba cada día más. Tampoco era desconocido el número de bajas de nuestras tropas con cifras muy alarmantes.

Después de largos y duros años de trabajo, había quintuplicado el número de animales de la granja, que ciertamente producía suficientes ganancias como para haber abierto una oficina en el pueblo el año pasado y contar con un modesto personal de cinco asistentes y un capataz, además de un pequeño equipo de empaque y refrigeración. Los patos “McRian” ya se vendían en estados con nombres tan distantes para mí como Dakota del Norte, Michigan o Florida, y el mercado local casi nos quitaba el producto de las manos; eso debido a que nuestros patos habían adquirido cierta fama en la costa norte, zona de donde provenía la mayor demanda.

Fue por todo eso que decidí que había llegado el momento que por tantos años esperé. Y una invernal tarde de principios de Diciembre, luego de mi trabajo en las oficinas me dirigí a la casa, que había sido remodelada recientemente, resuelto a hablar con mi padre al respecto de lo que tenía en mente.

Lo encontré puliendo su más reciente adquisición, un Oldsmobile último modelo, fruto de nuestra nueva pero bienvenida riqueza.
_Hey Al, mira que línea hijo.
Me dijo al tiempo que se volvía y abría la pesada capota del motor.
_Mira esto... ¿qué te parece eh? Con esto iré tan rápido como el viento.
_Papá, debo hablarte un momento por favor.
Dije sonriendo pero en tono serio.
_ ¡Ahhhh...! y no has visto nada, deja que lo encienda y oirás a los ángeles cantar. Que perfección... que estilo.
_Papá es importante... Yo…
_Y lo mejor de todo hijo, nadie más lo ha conducido; lo trajeron directo de Detroit en un gran camión... ¿quien iba a pensarlo eh? El viejo Jhon McRian dueño de esta hermosura. Yo jamás pensé que.....
_Tuve que gritar diciendo.
_¡ Papá !... ¡ te quieres callar de una vez y prestar atención a lo que tengo que decir! _En verdad no estaba irritado pero lo qué iba a decirle era muy importante para mí.
Me miró entonces con esos ojos serios que demostraban preocupación, en una expresión que hacía años no había visto.
_Perdona hijo es sólo que... bueno, el auto, tú sabes.
Lo tomé por un brazo, sintiendo por primera vez lo débil y flácido de su carne y recordando vagamente lo robusto que fuera hace algunos años, luego lo conduje lentamente a la casa, observando que su cojera se había acentuado un poco más desde la última vez que me fijara en ello.
_ ¡Vamos papá!, Entremos. Está comenzando a hacer frío.

Fue entonces cuando noté que en su rostro se notaba cierto cansancio y la preocupación le daba una expresión sombría. Ya adentro lo hice sentar en su sillón de cuero de búfalo sin dejar de ver como temblaban ligeramente sus manos al acariciar la fina piel del mueble. En esa época ese temblor en las manos era asociado a la edad, con el tiempo llegó a conocerce como la enfermedad de Huntington.

Sonrió mientras sacaba uno de sus grandes cigarros del bolsillo de su chaqueta, y encendiéndolo me dijo en tono de broma.
_Bueno, y qué es lo que quiere mi muchacho.

Pero viendo que yo no había dicho palabra alguna, recostó su espalda en el mueble y expulsando una gran bocanada de humo, me dijo en un tono más serio.
_Espero tus palabras hijo, si hay algún problema en la granja sólo dímelo y lo resolveremos juntos.
_No, no es la granja papá.
_Si es por falta de dinero, yo tengo algo ahorrado en...
_No papá... no es de dinero de lo que vengo a hablarte.

De pronto me miró como si ya supiera de cual tema iba a hablarle... y sonrió diciendo.
_Ah... es de esa muchacha que trajiste a cenar la semana pasada... me parece una buena chica, por lo menos a tu madre le agradó. ¿Cómo se llama?.._Hizo una pausa- _Humm ¿Lisa?, lo siento olvidé su nombre... humm.
_Elisa papá, pero esto que quiero decirte no tiene nada que ver con ella.
Bueno, pensé… Tal vez si tenga que ver con ella después de todo.
_ ¿Quieres decirme de una vez de que demonios se trata Albyn.
_Papá,
Dije, llenando de aire mis pulmones y mirándolo de frente. _He decidido alistarme en la división aerotransportada del ejercito, creo que la granja estará bien sin mi y deseo realizar mi sueño de luchar por nuestra patria…

Vi de pronto como su arrugado rostro cambiaba de la preocupación a la alarma, se levantó despacio de su sillón y se dirigió al cenicero de la mesa cercana para apagar su cigarro, luego se giró, respiró profundamente y muy lentamente se me acerco sin decir palabra alguna, hizo una mueca como tratando de decir algo y luego con el rostro ya más sereno me dijo.
_Sabía que éste día llegaría, pero siempre pensé que me alegraría que mi hijo....es decir......un McRian, fuera al combate como lo han hecho por generaciones en nuestra familia, pero veo que este momento es más amargo de lo que esperaba.

Luego de pensar por un momento, y sacar otro cigarro de su chaqueta, me dijo con un tono de súplica.
_Pero Al, hijo; no es necesario que te alistes, no te han solicitado aún, además el negocio marcha bien y para nadie es desconocido que fuiste tú con tu trabajo quien lo sacó adelante......hijo.....si te vas, quién se ocupará de la granja, cada día son mayores los pedidos, el próximo verano será necesario contratar más obreros. Tú bien sabes que no sirvo para eso, además ya estoy muy viejo y....
_Papá, _Lo interrumpí. _Ya lo tengo todo arreglado, la granja prácticamente se manejará sola, y Michael (nuestro capataz) ya es casi de la familia y conoce bien su trabajo. Últimamente me he dedicado sólo a supervisar, lo cual estoy seguro que harás tú muy bien. Por los momentos tenemos suficiente dinero ahorrado para comprar 2 granjas como esta, así que económicamente estarán tranquilos tú y mamá. Además, no voy a sentarme a esperar que me llamen, ningún McRian le ha tenido miedo a la guerra y no seré yo el primero.

Fue una equivocación haber dicho esto, y lo comprendí enseguida, pues mi padre todavía era el único Mc Rian que jamás estuvo en una guerra. Deseé no haberlo dicho, pero había hablado sin darme cuenta.

Papá recostó fatigado la cabeza en su sillón, y tratando de cambiar el tema dijo:
_ ¿Y qué me dices de Calmon?, _
Me dijo con tono triste.
_ ¿No lo incluiste en tus planes?
_Vamos papá. Calmon siempre ha estado tranquilo, alejado de los quehaceres de la granja y paseando con sus amigos de la preparatoria en todos los autos que compras. ¿Cuántos ha chocado en lo que va de año eh?, ¿tres......cuatro?
_No hables así de Calmon hijo, al chico le ha costado un poco aprender a conducir. Además no ha podido ocuparse de la granja debido a que ha estado estudiando mucho para poder ingresar en la Universidad.

Dicho esto y sintiendo miles de impulsos de odio reprimidos, simplemente no pude contener mi ira y grité irritado.
_ ¿Te sientes muy orgulloso no?.......Calmon McRian, el primer McRian que ingresa en la Universidad ¡¡eh!!....El hijo prodigio que con su gran sabiduría sacaría a los McRian adelante.

Mi madre que había permanecido escuchándolo todo desde la habitación contigua, entró ya con lágrimas en los ojos. Y viendo mi evidente consternación me tomó de las manos diciendo:
_Albyn querido, tu hermano sabe tan bien como nosotros, que si no hubiera sido por ti; nunca hubiera podido estudiar y llegar adonde ha llegado. El te quiere, sólo dale una oportunidad para demostrártelo. Siempre has querido mantenerlo alejado sin dejarle oportunidad de conocerte; él piensa que lo odias y no entiende por qué.......se que nadie te hará cambiar de idea con respecto a tu partida......pero quisiera que le mostraras a Calmon aunque sea un poco del cariño que yo sé que le tienes, eso hará que piense de ti de manera diferente y tal vez consiga unirlos de una vez por todas. Hijo prométeme que hablarás con el antes de partir....... ¿sí?

En ese momento no supe que decir, simplemente di media vuelta y salí de la estancia para dirigirme a la granja, el único lugar en donde me sentía a gusto, enfrentando al viento y al frío que ya comenzaba a aumentar. Ya estaba decidido, y me proponía irme de Southampton cuanto antes. Y sólo pensar en tratar de hablar con Calmon a estas alturas lo consideraba una pérdida de tiempo.

Sólo quedaba un pequeño problema por resolver… cómo lo tomaría Elisa…

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