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domingo, 30 de septiembre de 2007

Nam - Capítulo 4

Mucho más tarde, la taberna parecía un poco triste ya sin nadie. Era más de medianoche y sólo quedábamos Elisa y yo. Sally hacía quince minutos que se había metido en la trastienda; y nosotros ya estábamos terminando el arreglo del local, pues haciendo gala de mi caballerosidad, le propuse ayudarla en la faena.
Me parecía extraño que luego de tanto tiempo de conocer la taberna, me viera envuelto en el arreglo y aseo de la misma. Pero el sólo hecho de estar junto a Elisa me hacía olvidar donde estaba.

Durante la labor, que se alargó por poco más de una hora; hablamos de miles de cosas; entre ellas de su infancia, de sus padres y de como había venido a parar aquí. Yo le relaté la historia de mi familia, que es la historia de mi vida misma. Y me extendí hablándole de mis sueños y mis pasiones, como nunca lo había hecho con nadie. Tal vez porque nadie había puesto tanta atención ni tanto interés en lo que yo decía; o por lo menos eso fue lo que a mí me pareció. En fin, que terminamos riéndonos de todas las anécdotas que nos habíamos contado uno al otro, sin damos cuenta de que era ya muy tarde. Ella se alarmó mucho cuando por casualidad miró el antiguo reloj que estaba encima de la puerta de la taberna.



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Santo cielo, Al.......son casi las tres.
_Es cierto.
Dije yo entre apenado y molesto por la inminente culminación de la charla.
_Si, es mejor que me vaya
Agregue luego en tono de disculpa.
_Espero no haberte molestado acortando tu descanso con mis aburridas historias. En verdad no me di cuenta de la hora.
_Por favor, Al.
Ya no me decía "señor”.
_Me divertí mucho esta noche. Y no te disculpes conmigo pues sé que para ti también es tarde.
Le sonreí viéndole a la cara y luego levantándome de la silla, me arreglé un poco el cabello.
_Espero volver a verte.
Dije bajando luego la vista, como temiendo una negativa. Y agregué en tono de broma,
_Para quitarte el sueño otra vez, digo.

Ella se sonrió y se me acercó, hasta que casi rozaron sus labios con los míos, y con su suave voz me dijo en un susurro.
_Yo también deseo volver a verte Al.
Se dio cuenta de que se había acercado mucho cuando vio el color en mis mejillas; entonces se retiró suavemente y se dirigió apresuradamente a la entrada de la taberna para abrirme la puerta.
Ya afuera, me metí mis manos en los bolsillos del pantalón en un gesto por ocultar mi poca experiencia ante situaciones como esa; donde siempre pensé que el hombre llevaría la iniciativa.

Ella me miraba desde el portal como esperando algo antes de despedirnos. Ya habíamos quedado en salir juntos el sábado por la mañana (su día libre) para ir a pescar truchas en Great Peconic Bay.
_Hey Al....no se te olvida algo.

Yo la miré extrañado, pensando si habría omitido algún detalle de nuestra salida de mañana. De pronto se me acercó como la primera vez y pude ver claramente el brillo de su mirada, y al mismo tiempo sentir el agradable calor de su aliento cuando me dijo.
_Se le olvidó despedirse "señor".

Y súbitamente me estampó un delicado y rápido beso en la mejilla izquierda, luego me miró un momento a los ojos y sonrió al ver mí tonta expresión de niño apenado. Rápidamente se introdujo en la estancia y cerró la puerta sin dejar de mirarme. Luego escuché como sus risas se perdían en la trastienda de la taberna.

No sé exactamente cuánto tiempo permanecí parado frente a la taberna viendo la desvencijada puerta, y sintiendo todavía el calor de sus labios en mi mejilla. Sólo recuerdo que el viento primaveral movía mis cabellos mientras seguía mirando la puerta. Hasta que el ruido de un auto me sacó de mi ensimismamiento, devolviendo mi mente a la realidad. Recuerdo muy bien esa noche, pues al llegar a la granja ya todos dormían. Mi madre había dejado un trozo de pastel con un vaso de leche junto a la cocina con una nota dirigida a mí.

Albyn querido, sabía que llegarías tarde, pues el señor Charles vino a traer unos documentos que tú le pediste y me dijo que te había visto entrar en la taberna. Aquí tienes un trozo de pastel por si regresas con hambre, aunque estoy segura de que Sally no habría permitido que salieras de allí con el estómago vacío. Te quiere....
Mamá.


Que bien me conocía mamá. Guardé el pastel que tenía aspecto de estar delicioso junto con la leche en el refrigerador y me fui a dormir. Lo cual no pude hacer, pues pasé el resto de la noche pensando en Elisa.





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